Es ley de vida que nadie logre ser perfecto.
¿Y qué le voy a hacer, pues, si me tropiezo siempre al caminar? Y, sobre todo, con la misma piedra.
Lo reconozco; yo también cometo errores.
A veces exagero demasiado, me emociono en sobremanera con cualquier cosa, lloro a la mínima, soy muy tozuda, llevo la contraria en cuanto puedo, debajo de mi aparentemente permanente sonrisa se esconde un carácter completamente pesimista, llevo demasiado lejos mis sueños hasta tal punto que vivo en el puro idealismo…
Y ahora me pregunto: ¿y qué más da?
Soy como soy, será imposible cambiarme ya.
Tan solo anhelo alguien que sepa amar mis defectos sin excepción alguna. Que escuche mis errores, sonría y me prometa ayudarme a buscar una solución a mis problemas. Alguien que me escuche y me atienda en cualquier momento. Sencillamente, alguien a quien le importe de verdad.
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